Sábado 17 de Abril

Cuando te acuestas con lluvia los sueños, las propuestas de que puedes hacer al día siguiente, se humedecen. Aparece una tristeza y una rabia, porque no decirlo, ya que aún con ganas de hacer mil cosas no es lo mismo. Con el frío entre las venas, las gotas de agua cayendo por la piel simplemente te apetece un buen libro/película, esa mantita de toda la vida, y un sofá. Con un poco de suerte quizá tengamos la posibilidad de observar una hoguera en el fondo de la sala, pero poca cosa más.

Con está idea me he levantado hoy, pasar un día tranquilo, un día muerto en palabras de un escritor, pero quien me hubiera dicho que hoy mi día daría una vuelta de 180º. He salido de casa sin saber a donde ir, mi cuerpo sin ordenes del celebro ha subido al coche, y sin más se ha dirigido en busca de algo. Tras unos cuantos km una ráfaga de luz a sorprendido mis ojos, y como reacción a ella una sonrisa a nacido de mis labios. En ese segundo he entendido que había sucedido, simplemente quería vivir un día en compañía del sol. Vivir un día dejando de lado las lágrimas del cielo.

Al cabo de unas horas, mi cuerpo a vuelto a jugármela, ha regresado sin saber el porque hacía el coche, y sin más volvía a estar en casa. Pero al poner la llave en la cerradura he oído una voz que decía, Irina no seas egoísta y guárdate un poco de este tesoro para el futuro.